lunes, 30 de septiembre de 2013

CUENTO DE OTOÑO

CUENTO DE MICAEL - JARDÍN
Una Historia de Micael 



Un día, al final del verano, un niño pequeño se fue con su padre a pasear por los campos y los huertos.
El aire era fresco y cristalino, y la luz como el oro. El sol brillante había llenado todos los granos de trigo con luz de verano. 
Los granos de trigo en sus espigas estaban a punto de reventar sus cáscaras. Las manzanas en los árboles estaban gordas y coloradas, a punto de caer al suelo. Durante el día, el niño y su padre estuvieron trabajando. El padre afilaba su guadaña una y otra vez. Silbaba y cantaba mientras cortaba el trigo dorado. El niño tuvo que subir por una escalera alta para recoger de los árboles las manzanas amarillas y rojas. Al principio, tenía miedo de subir por la escalera. Pensaba que podría caerse, pero luego se llenó de valor y subió. Subido en lo alto de la escalera del huerto, llenó cestas y cestas de manzanas maduras y coloradas.
Finalmente se hizo tarde. El padre y el niño habían trabaja-do mucho y bien. Volvieron a casa donde les esperaba la madre con una deliciosa cena, y luego se fueron a la cama. Aquella noche, mientras el niño estaba durmiendo, el Arcángel Micael se le acercó y le dijo: 
-Vente conmigo, te enseñaré algo especial. Micael tomó al niño de la mano y juntos subieron alto, alto, alto, hasta que llegaron al reino de las estrellas. Las estrellas irradiaban y brillaban y cuando Micael pasó por delante de ellas las tocó con su espada luminosa. Tanto amor y fuerza emanaban del toque de la espada que hizo estremecer a las estrellas, dejando brillante luz y deslumbrantes trazos de fuego al pasar ante ellas. Siguieron adelante, y Micael le contó al niño lo contento que estaba de haberle visto cosechar manzanas durante todo el día en la huerta. Había visto al niño subido a la escalera, llenando las cestas con manzanas maduras y coloradas durante todo el día. Entonces Micael tomó su espada brillante y la transformó en una lira y se puso a tocar con ella una canción. La canción era tan pura, buena y verdadera que el niño se quedó mucho tiempo escuchando.
A la mañana siguiente, cuando se despertó, el niño le habló a su padre de Micael, de su espada luminosa y de la música de la lira. -Me gustaría ir otra vez a ver las estrellas, -dijo. Su padre le dijo: -Vente conmigo, te enseñaré algo especial. Hoy no iremos a cosechar en los campos y los huertos. Hoy trabajarás en casa. Durante toda la mañana, el padre, la madre y el niño abrillantaron las manzanas amarillas y rojas que el niño había cosechado el día anterior. 
Cuando terminaron, era hora de comer. La madre tomó un cuchillo y cortó en dos una manzana brillante y roja.
Y allí dentro encontró una estrella... 

PARA INFUNDIR CORAJE, VALOR Y TENER EL SENTIMIENTO DE PROTECCIÓN  PORQUE EN REALIDAD ESA ENERGÍA ESTÁ EN NUESTRO INTERIOR.

0 comentarios:

Publicar un comentario