lunes, 20 de mayo de 2013

El mundo no necesita clones, necesita hijos librepensadores…


No os voy a descubrir nada nuevo. Simplemente me gustaría que reflexionáramos juntos sobre algo…
¿Creéis que si la naturaleza buscara continuar la especie del ser humano creando copias de nosotros mismos nos habría dado la posibilidad de tener hijos? ¿No creéis que si eso fuera lo mejor para la supervivencia de la especie nos habría dado la posibilidad de poder clonarnos?
Entonces… ¿por qué íbamos a querer como padres dirigir las vidas de nuestros hijos, pudiendo educarlos para que crezcan siendo su mejor “ellos”?
Cuando uno tiene hijos de la edad de mi mayor (nueve años) se ha enfrentado mucho ya a la dura tarea de educar no solo en la formación de habilidades sino también de pensamientos. Esto es algo que siempre me ha preocupado porque no querría que pensaran como yo simplemente por ser su madre, sino que deseo ayudarlos a forjar un criterio propio. Si el mundo quisiera y necesitara más ¡Mamá qué sabe! debería poder hacer copias de mí misma. Pero por suerte no, el mundo no necesita más “pequeños pegotes” de mí. Necesita de todos y cada uno de nosotros, con nuestros errores y nuestras virtudes, con nuestras alegrías y penas, con nuestra esencia más personal. No somos copia ni de nuestra madre ni de nuestro padre, y no somos tampoco copia de nuestros hermanos.

Son muchas las ocasiones en las que se nos presenta la tentación de elaborar pensamientos en nuestros hijos fundamentados en los nuestros propios. Y si no, pensad: deberes, política, religión, juicios de valor… Hay etapas en las que ellos mismos querrán forjar su personalidad con el ejemplo de alguien. Y es bueno ser ejemplo para ellos, pero como guías u orientadores, no alienando su propia individualidad.
Porque sobre todo pienso: si he sido capaz de educar a mis hijos en mis propios pensamientos subjetivos, ¿no habrá ocasiones en las que otras personas puedan intentar hacer lo mismo y ellos no sepan hacer uso de su propio criterio para decidir seguirlos o no? Se trata de enseñar a los hijos a volar con sus propios pensamientos sobre una realidad existente, no a enseñarlos a volar en una dirección en particular sustentada en nuestros deseos o pensamientos. Porque no hay mayor peligro en el futuro de nuestros hijos que dejarlos a merced del criterio de otros en lugar del suyo propio.
  • -Mamá, no entiendo esto, ¿tú cómo lo entiendes? / -Yo lo entiendo así…, pero también se puede entender de esta otra forma… y ahora que sabes algo más al respecto: ¿tú cómo lo entiendes?
  • -Mamá, ¿me dictas qué respuesta debería escribir? / -No, no te la dicto, mejor la pensamos juntos, ¿te parece?
  • -Mamá, es que la maestra nos ha dicho… ¡Y si lo ha dicho hay que hacerlo así! /-Bueno, ella os da un consejo, una orientación… igual que lo hago yo, pero tú puedes crear tu forma de pensar. ¡Seguro que a ella le gustará conocerla!
  • -No, mamá, mejor dímelo tú que tú sabes más… / -No, yo solo tengo más años que tú y por lo tanto he tenido la oportunidad de aprender durante más tiempo. ¿Crees que no sabría algo similar a lo que sabes tú cuando yo tenía tu edad? ¿Qué sabes tú ahora mismo? ¡Seguro que es mucho!
Estos son algunos ejemplos de los que aparecen a diario en nuestras vidas. Cierto es que antes lo hacían más a menudo… pero como en todo, solo es cuestión de aprendizaje y paciencia: ellos acaban aprendiendo que sus propios pensamientos se valoran como tal y que no se miden con los nuestros como padres, sino que se les permite formar un criterio propio basado en el conocimiento objetivo de la realidad porque para hacerlos subjetivos ya están ellos mismos. No te diré que sea fácil, pues hacerlos pensar a veces les “cabrea” por el simple hecho de que lo más sencillo es que lo pienses tú. Pero educar ha de ser un estilo de vida, no solo algo momentáneo.
Otro ejemplo: no compro ropa a nadie que pueda venir conmigo y ser capaz de elegir. Y eso implica que a día de hoy solo elijo la ropa de mi hija pequeña. Cuando mi hijo era más pequeño venía conmigo y le proponía dos o tres cosas para que él pudiera elegir. Es a día de hoy y me encantaría que se comprara unos pantalones rojos o azul eléctrico tan modernos y que creo que le sentarían tan bien… Pero no, supongo que para ello debería haberme comprado un muñeco y no tener un hijo al que haber enseñado que puede y debe tener criterio propio, ¿no? ;-)
Me gusta aportar conocimientos objetivos a mis hijos, pero no pretendo que piensen como yo, sino como ellos mismos. ¿Si yo he sido capaz de pensar en libertad por qué no iba a creer que ellos también serán capaces? Mis hijos no necesitan que yo les eduque en mis pensamientos políticos, en mis creencias, en mis vivencias… Necesitan educarse en pensamientos políticos, en creencias, en vivencias… y que ellos mismos puedan hacerlos suyos sin necesidad de que coincidan con los míos.
9 años de genio, hijo
Creo que hoy en día, el espíritu librepensador está relegado a un papel secundario en aras de una formación de masas en el pensamiento. Y eso, además de peligroso, es un límite para el crecimiento de una sociedad. Invitemos a nuestros hijos a pensar con nosotros, ¡no como nosotros!
¿Cómo observáis la actualidad que nos rodea al respecto? ¿Favorece el librepensamiento de nuestros hijos? ¿O por el contrario tiende a educarlos en el pensamiento de otros?
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