lunes, 5 de noviembre de 2012

juntos el mayor tiempo posible

OS DEJO CON LAS PALABRAS DE Eulàlia Torras de Beà es médico, psiquiatra y psicoanalista EN UN ARTÍCULO MUY INTERESANTE .



Si el bebé permanece muchas horas en la guardería, le quedarán pocas para conservar suficiente contacto y conocimiento mutuo con los padres. Como consecuencia de este escaso contacto, los padres a menudo conocen poco a sus hijos.
Los grandes acontecimientos, como iniciar la marcha, los primeros bisílabos y palabras, sacar pañales y enseñar el control de esfínteres, suceden en la guardería, por lo que la madre, y por supuesto el padre, no suelen conocer bien los datos de evolución psicomotora, lo que nos muestra que no tienen a su hijo bien perfilado en su cabeza. Así, cuando en la consulta del pediatra o del psicólogo se les preguntan los datos de evolución, a menudo deben consultar a la guardería.


La relación con los padres se diluye y, como dice Rygaard (2008), el sistema de apego se desactiva. Como consecuencia, no es excepcional que las madres se sientan inseguras en relación a lo que deben hacer con sus hijos; no es infrecuente que eso también lo consulten en la guardería.
La madre corre el riesgo de perder sensibilidad y empatía hacia las necesidades del niño, y confianza en su habilidad para interpretar las señales del bebé y en su capacidad de tomar decisiones en relación a su cuidado.
Esta dimisión de los padres de su función, esta aceptación de que la suya es una posición secundaria, es grave. Para los hijos es importante tener padres que conozcan su función, que les conozcan bien, que sepan lo que los hijos necesitan, que se atrevan a tomar decisiones, en lugar de padres desvalorizados, secundarios, que creen que deben consultar en la guardería todo lo concerniente a sus hijos.

Dos años para dedicarnos a su cuidado

No hay duda de que el camino en que nos deberíamos empeñar todos es el de reclamar ayudas de los poderes públicos para poder organizar una conciliación real y poder cuidar nosotros mismos de nuestros hijos.
Con este escrito trato de ofrecer algo de mi experiencia para contribuir a lograr una conciliación real en el cuidado de los hijos. Pero, aun siendo muy importante el logro de esta conciliación, todavía lo es más que los padres recuperen claramente el conocimiento de su importancia en este cuidado. Que recuerden la importancia central de su función en la crianza de sus hijos,que  no les quede duda de que ellos tienen el papel principal. Este es uno de los cambios culturales que tenemos pendientes.
Este texto está dedicado a aquellos padres que se están planteando cómo y dónde criar a sus hijos, a aquellos otros que en el futuro deberán tomar también esta decisión y, por qué no, a aquellos que han iniciado su camino de crianza en la guardería, pero que deseen reflexionar acerca de la forma en que la están utilizando, el número de horas que sus hijos asisten a ella y la edad a la que han empezado.
También es esencial pensar en cómo se organizan los padres para cultivar y disfrutar de la relación con su hijo durante las horas de que disponen para compartir con él y tantos otros detalles vinculados a la relación con el hijo.
Más aún, creo que tener claros los elementos esenciales de la crianza puede ayudar también a reflexionar a los padres que están criando a sushijos en casa. No podemos creer que, por muy abundantes que sean los padres intuitivos implicados que comparten actividades con sus hijos de forma sensible y válida, todos los padres tengan estas capacidades.
Es posible que haya niños que estén en casa, pero mirando cómo se mueve la ropa tendida o, desde pequeños, delante del televisor durante horas, o cuando son algo más mayores dedicados solamente a la Play o a los juegos de Internet. Evidentemente, esta no es la crianza deseable para ellos.
En cuanto a la edad de comenzar a asistir a la guardería, mi experiencia me lleva a pensar que una edad adecuada es aproximadamente los dos años y medio o los tres, cuando el niño comprende ya el lenguaje y es capaz de explicarse y de dar a entender a la maestra y a la madre lo que le sucede.
Esta edad coincide con otro parámetro, la casa ya se le está quedando pequeña; ahora disfruta de actividades fuera de casa, busca relación con niños y está preparado para integrarse en juegos de su nivel. Ahora sí que es el momento de ayudarlo a socializarse. De esta forma, la escuela será para él un lugar atractivo, en lugar de que corra el riesgo, según cómo se hagan las cosas, de que la escuela le resulte una pesadilla para siempre.
Sin embargo, hay niños que, por necesidades familiares o por la razón que sea, a los dos años asisten ya tres horas diarias a la guardería. Si hacemos caso de Belsky (y de otros investigadores), que dice que todo lo que sea más de diez horas semanales al final del primer año es preocupante, podemos pensar que tres horas por día a los dos años es un régimen tranquilizador que permitirá al niño comenzar sus primeras experiencias de forma segura.


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