Rebeca Wild
Me
gustaría compartir con vosotros una entrevista que le hicieron hace ya
un tiempo en la Contra de La Vanguardia, justo cuando publicó el libro "Libertad y límites", que os recomiendo encarecidamente.
Rebeca Wild, entrevista para el periódico La Vanguardia
Vivir: estar limitado
IMA SANCHÍS
“La base de la educación de los niños es la relación entre padres e hijos; aquéllos son los que les aportan la seguridad emocional para que cuando éstos sean adultos puedan desarrollarse seguros y felices”.Wild explica en su libro cómo poner límites a nuestros hijos según la etapa de su desarrollo”. Cuando los niños juegan se están haciendo a sí mismos. “La libertad consiste en desarrollar el potencial que cada niño lleva dentro y no en adaptarse a una sociedad cuyas metas son otras”. "Para que esa libertad con limites se pueda dar hace falta un ambiente adecuado donde poder saltar, pintarrajear, golpear, porque ésta es su manera de entenderse a sí mismo y el entorno”. Dónde y cuándo es fundamental; vivir significa estar limitado.
-Por qué tanto niño en las consultas de los psicólogos?
–¿No estaremos criando a los niños para una sociedad en la que se valora más la adaptación que la consideración de los procesos humanos de desarrollo?
–Posiblemente.
–¿Tienen que estar agradecidos los hijos de los indios de los Andes porque, en lugar de acompañar a sus
padres al campo, pueden acudir a escuelas de cemento para poder repetir lo que un profesor dice de
memoria? ¿Se convertirán así en personas perfectamente válidas?
–No.
–Los humanos tenemos un proceso biológico de desarrollo y aprendizaje que hay que respetar. Enseñar antes de hora a leer a un niño no es hacerlo más inteligente.
–¿Cuál es la alternativa?
–No está en la educación sin límites de muchos padres alternativos, y tampoco en la autoritaria, porque
nadie se comporta mal cuando se siente bien. Comportarse mal significa no percibir los límites o menospreciarlos.
–Límites sí, pero...
–Los límites que incluyen un entorno adecuado a las necesidades del niño le proporcionan seguridad.
Sólo en un ambiente en el que los conceptos de libertad y límites son vividos con coherencia, será posible una convivencia armónica.
–¿Por qué se portan mal?
–Para llamar la atención del adulto y, muy a menudo, para descargarse de toda una serie de actividades (ir
al supermercado, aguantar una visita, no tocar eso, no correr, no gritar...) que van contra la naturaleza del desarrollo del niño.
–A veces te los tienes que llevar
de compras.
–Lo sé. Pero hay que saber que eso a ellos no les gusta, y pactar. Muchos padres no tienen tiempo suficiente para sus hijos y llenan ese vacío con caprichos que no son necesidades auténticas: regalos, concesiones, dejarles estar levantados de noche hasta tarde o caramelos.
–Los padres tienen que trabajar.
–Cuando estás con ellos, has de estar al 100%. ¿Estás realmente presente cuando atiendes sus necesidades físicas (a la hora de la comida, el baño) o estás sólo a medias con los pensamientos en otro lugar?
–Entiendo.
–Estos detalles cotidianos son la base para la autoconfianza del niño. No le dé caramelos, dele atención,
interésese por lo que hace el niño sin por ello interrumpirle o dirigirle. Estos momentos de atención en los que el niño no necesita al adulto y ni siquiera ha solicitado su presencia aportan las pruebas más claras de un amor sin condiciones.
–A los niños no les gusta que sus padres hablen por teléfono.
–Interrumpa la conversación, diríjase al niño, establezca un contacto directo con él y dígale que ahora no puede estar por él.
–¿Contacto directo?
–Sí, agáchese, póngase a su altura, tóquele, mírele a los ojos y háblele...
–Limites sí, pero con atención.
–Exacto, con atención y amor. Si no quiero que mi hijo toque el aparato de música, no me cargo de paciencia hasta estallar en un grito, no discuto ni doy explicaciones eternas. Simplemente me coloco yo como límite físico entre el aparato y él y con palabras firmes le digo que no le permito jugar con ese objeto.
–¿Y?
–En lugar de una prohibición, el niño se ve frente a alguien que no le rechaza sino que se planta con las
señales de una ya conocida presencia que le ama entre él y esa cosa que no puede tener.
–Puede estallar una pataleta.
–Los límites siempre son dolorosos, y en especial para niños con un viejo dolor, pero hay que permanecer firme sin anular el sentimiento del niño con explicaciones. Deje al niño que desahogue esos viejos dolores.
–¿Demasiadas explicaciones son negativas?
–Los niños utilizan todavía todos sus sentidos para establecer contacto con el mundo exterior. Se orientan por nuestra postura, mirada, expresión, olor y sonidos.
–¿Limite y presencia?
–Sí, no hay que dejar al niño sólo en el difícil momento del límite. Cuando está dolido debe sentirse acompañado, pero en ningún caso intentar explicarle los buenos motivos que nos llevan a establecer
ese límite, porque hacer eso es no respetar ese momento de dolor.
–¿Si el niño juega con la comida?
–Mantenerse firme en el “¡No, con la comida no!”, pero el proceso de desarrollo del niño le exige ese
revolver, así que hay que preparar algo en su entorno con lo que el niño pueda remover. Eso se puede aplicar en todas esas actividades en las que los niños quieren participar: si estás cortando zanahorias, dale un cuchillo adecuado, pero sobre todo no le digas cómo debe hacerlo.
–No hay que ser entrometido.
–Nunca te inmiscuyas en sus juegos, dale autonomía y déjale realizarse.
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