lunes, 23 de marzo de 2015

El trastorno por déficit de naturaleza

El trastorno por déficit de naturaleza

 
El contacto directo con la naturaleza favorece la autonomía, la creatividad, el interés por aprender y la salud tanto física como mental en los niños y niñas. La sociedad debería asumir el reto de hacer posible ese contacto.  
En 2005 el periodista y escritor Richard Louv publicó el libro "Last child in the woods" -El último niño en los bosques-, que ya ha sido traducido a 9 idiomas en 13 países y va camino de convertirse en un best seller de educación ambiental, cosa poco común en los tiempos que vivimos. En su libro, Louv arremete contra las sociedades que han dejado de lado la importante relación entre el ser humano y su entorno natural, dificultando que los niños y niñas puedan estar en contacto con la naturaleza tanto en la escuela como en su tiempo de ocio. Este hecho causa, según Louv, problemas de falta de autonomía, creatividad, capacidad para concentrarse, calmar los ánimos e incluso sobre la salud. Denomina a este fenómeno "trastorno por déficit de naturaleza", un concepto del que se está hablando mucho y que ha generado ya conferencias, artículos en revistas y prensa, grupos de trabajo e incluso organizaciones que buscan promover esa relación perdida entre naturaleza e infancia1.

Desde luego habrá grandes diferencias en este déficit entre las sociedades industrializadas y las que no lo están, y entre los entornos rural y urbano, pero en cualquier caso esta carencia se debe principalmente a dos factores independientemente del lugar donde nos encontremos: el cambio de paradigma en cuanto al juego -qué, cuándo y cómo deben jugar los niños y niñas-, y la pérdida o degradación de espacios naturales.

El cambio de paradigma en cuanto al juego
Cuando los niños y niñas están en un entorno natural, lejos de los juguetes de su habitación y de la enorme lista de posibilidades que les ofrece la sociedad actual para entretenerse, también juegan. Pero el juego es radicalmente distinto. Es desestructurado y autónomo. No hay juegos dirigidos en la naturaleza, la libertad es absoluta. Los palos, ramas, piedras, montículos, tierra, caminos, insectos, huellas, escondrijos y recovecos de un bosque o un parque, no tienen instrucciones de uso. Los espacios naturales además cuentan con una serie de características que favorecen el juego libre, la creatividad y el desarrollo de las emociones, las capacidades físicas y cognitivas: son espacios abiertos en los que correr y poner en marcha los músculos del cuerpo saltando, trepando, agachándose, subiendo y bajando; son espacios saludables donde no llegan o llegan atenuados el polvo, el ruido y el humo del tráfico; son espacios que favorecen el uso de todos los sentidos para comprender y asimilar el entorno, no invitan a que la atención se focalice en un único punto como ocurre por ejemplo cuando los niños y niñas ven la televisión; son espacios de vida, donde todo está interconectado mediante las leyes de la física y la biología en un delicado equilibrio del que el ser humano forma parte; en un espacio natural hay respeto absoluto en cuanto a las necesidades de cada cual. ¿Que lo tuyo es trepar a un árbol? Adelante, ¿Que prefieres entretenerte deshojando una margarita tranquilamente? Muy bien. No hay una pauta para desarrollar la tarde, no se dirige el juego. Y se juega. Y se aprende. La niña que trepó al árbol puso en marcha su destreza física, pero también sospesó en todo momento los límites de cada rama para sostenerla y se enfrentó a sus propios límites. El niño que prefirió deshojar la margarita pasó un agradable rato consigo mismo y comprendió enseguida las partes de la flor, aunque no las sepa nombrar aún.

Es un hecho que en nuestra sociedad han cambiado muchas pautas en cuanto al juego, desde aquellos tiempos en que jugaban nuestros abuelos. En su época nadie les decía a qué tenían que jugar después de la escuela.  Ahora las familias en muchas ocasiones dirigimos el tiempo de nuestros hijos e hijas cada tarde: los lunes música, los martes piscina, los miércoles inglés, los jueves ballet... y el viernes libre, si el niño tiene un poco de suerte o los padres no pueden permitirse más actividades extraescolares. Por su bien, para facilitarles un futuro prometedor, una inteligencia o habilidad deportiva sobresaliente o simplemente porque tenemos que trabajar.

Las ciudades crecen, los pueblos se despueblan, y las calles no son lo que eran. Ahora muchas personas tienen vehículo propio para poder cubrir la distancia que les separa del trabajo cada día, lo que lleva a un incremento del tráfico y a laordenación de las ciudades en función de las necesidades de los automóviles antes que de las personas. En este sentido es muy interesante el trabajo de Francesco Tonucci2, psicopedagogo italiano que aborda la cuestión de la falta de libertad de los niños y niñas para moverse y hacer uso propio -como parte de la ciudadanía que son- de su ciudad.
Existe una corriente de pensamiento en el ámbito de la pedagogía que se viene desarrollando en los últimos años, pero que en realidad tiene su origen en los inicios de la pedagogía precisamente, que aboga por el juego libre3 para favorecer el desarrollo de los niños y niñas a todos los niveles: cognitivo, emocional y físico. El juego libre es la base del trabajo de María Montessori (1870-1942), Paolo Freire (1921-1997) o Rebeca Wild (1939-).

Los espacios naturales
Las zonas verdes favorecen que los niños y niñas disfruten de espacios naturales, pero también mejoran la calidad de vida de toda la ciudadanía y la habitabilidad de las ciudades4. La lista de funciones que desempeñan las llamadas zonas verdes en la ciudad es muy larga: zona de esparcimiento para pequeños y mayores, gimnasio gratuito al aire libre, espacio de encuentro y comunicación entre las personas del vecindario, control de la contaminación del aire, acústica y visual, sumidero de CO2, o control de avenidas e inundaciones.
Está empezando a ser habitual que en los parques infantiles la tierra se haya sustituido por caucho para suavizar los golpes contra el suelo y facilitar la limpieza. Lo más triste del caso es que las familias prefieren el caucho antes que la tierra para el juego de sus hijos e hijas: basta con que introduzca en un buscador "parques de tierra o de caucho" para que salten 485.000 resultados en los que mayoritariamente las familias que opinan se decantan por un parque aséptico del que los niños puedan volver a casa con la ropa limpia. Un parque de caucho es un parque con menos árboles (o encauchados también), sin piedras, sin arena, sin charcos, sin hormigas, sin arbustos que puedan convertirse en casitas para jugar, sin vida.

La educación ambiental
Además de su tiempo de ocio, los niños y niñas tienen su tiempo de escuela. La educación ambiental se sitúa como material transversal al mismo nivel que la educación para la paz, la educación cívica y moral o la afectivo-sexual.  Aunque nos felicitamos por este avance, la educación ambiental que se hace en la escuela suele ser "de interior": ocurre a menudo que el profesor no tiene tiempo de sacar a su alumnado al campo, la elevada ratio en las aulas dificulta la realización de excursiones, o incluso es imposible realizar desdobles en las clases de ciencias para las prácticas de laboratorio porque en la escuela pública faltan personal y recursos.

En el ámbito de la escuela la importancia del contacto con la naturaleza comienza a abrirse paso en forma de talleres sobre agua, biodiversidad, energía y reciclaje, o con iniciativas como las de huertos escolares, espacios vivos y compartidos donde los niños y niñas se implican directamente en el cuidado de las plantas, comprenden los ciclos biológicos porque los ven suceder, y se favorece el respeto por la naturaleza que nos alimenta. Hay multitud de documentos e información en las bibiotecas e internet acerca de cómo poner en marcha una iniciativa de este tipo en casa o en la escuela5, y sobre los beneficios que tiene para los niños y niñas ocupar su tiempo en un huerto.

Todas las personas que tenemos la suerte y la responsabilidad de acompañar en su desarrollo a los niños y niñas, deberíamos pararnos un momento a reflexionar sobre la importancia de facilitarles estar en contacto directo y libre con la naturaleza, de pasear por un bosque, buscar huellas en la nieve, pisar charcos, jugar entre los arbustos del parque y llenarse los bolsillos de piedras.
Nada más... y nada menos.
Aurora Lázaro Melero

viernes, 20 de marzo de 2015

PROYECTO EL POLLITO



¿QUÉ QUEREMOS SABER?
-          CONEJOS (SON GRISES Y VIVEN EN MI CASA)
-          CABALLOS
-          PERROS
-          POLLITOS
 

¿QUÉ QUEREMOS HACER PARA APRENDER DE ANIMALES DE LA GRANJA?
-          BEA QUIERE TRAER A SU GATO COLA CAO
-          NATALIA QUIERE TRAER A SU PERRITA COLITA
-          CARLA QUIERE QUE VENGA SU PERRITA NORA
-          ADRIÁN QUIERE QUE VAYAMOS A VER A SU CABALLO
-          ALICIA QUIERE TRAER A SU PERRA BIMBA

 
¿QUÉ SABEMOS?
-          LA PAJA ES DE:

1.       CABALLOS
2.       CONEJOS
3.       POLLOS
4.       GALLINAS

-          LOS HUEVOS SE TIENEN QUE ROMPER PORQUE LUEGO SALEN LOS ANIMALITOS
-          LAS GALLINAS HACEN HUEVOS A LOS POLLITOS

-          LOS CONEJOS SALEN DE LA HIERBA
-          A LOS CONEJOS LES GUSTAN LAS ZANAHORIAS
-          LOS CONEJOS SALEN POR UN AGUJERO DE LA TIERRA

*LOS CABALLOS VIVEN EN LA GRANJA Y SALEN DE UNA BOLSA DE LA TRIPA DEL CABALLO
*EL HUEVO DEL PÍO, PÍO
*DEL HUEVO SALE UN COCODRILO
*HASTA QUE NO SE ROMPA NO LO VAMOS A SABER





¿CÓMO ES MI PAPÁ?




-          GORDITO, BLANDITO, SIEMPRE SE ENFADA PORQUE TODOS LOS DÍAS ME PORTO MAL Y RIÑO CON MIS PRIMAS.

-          GRANDE, BUENO PORQUE ME QUIERE MUCHO.

-          GRANDE, SE VA A TRABAJAR. BUENO PORQUE SÍ.

-          GRANDE, GRANDE, GRANDE, GORDO, CARIÑOSO PORQUE ME QUIERE MUCHO.

-          GRANDE, ME ABRE LA CAMA; ME CASTIGA PORQUE ME ECHO LA SIESTA, VOMITO Y LLORO.

-          GRANDE, TIENE LA TRIPA GRANDE, ES GUAPO PORQUE LE QUIERO MUCHO.

-          TIENE LA TRIPA MUY GRANDE PORQUE COME MUCHO, CUANDO SE LEVANTA DE LA SIESTA PONE MÚSICA.

-          GRANDE, ES BUENO PORQUE SÍ.

-          ESTÁ TRABAJANDO, PREPARA LA CENA Y TOSTADAS.
-          GORDO Y LOCO.

martes, 10 de marzo de 2015

¿Niños hiperactivos … o inactivos? El alto precio de no jugar


1509256_781448428596167_3597537224162803753_n¿Puede la falta de movimiento y de juego afectar a los niños en su desarrollo cerebral?  La ciencia ha constatado que sí.
Estas imágenes están tomadas de uestudio publicado por la revista Pediatrics que ha puesto de manifesto que los niños que participaron en un programa de actividad física regular mostraron una importante mejora de las funciones cerebrales y las capacidades cognitivas. Según el profesor de Illinois Charles Hillman y sus colegas, “se demuestra una relación causal entre el ejercicio físico y el control ejecutivo, lo que provee un soporte científico para tratar de mejorar la capacidad de aprendizaje y la salud cerebral”. Del estudio se desprende que el ejercicio físico es una gran inversión para todos los niños, especialmente aquellos inatentos o hiperactivos.
1380830_525918327482513_2052322539_nPero también podemos hacer la lectura a la inversa: la falta de movimiento y juego reduce espectacularmente la actividad cerebral de los niños, privándoles de un estímulo esencial y natural de desarrollo, no sólo a nivel cognitivo, sino a todos los niveles, incluido el emocional y social.   Dicho así ¿ya despierta nuestro interés?
La cuestión es que nunca en la historia de la humanidad los niños se han movido y han jugado tan poco, y eso no sale gratis, por lo que se ve. Entre un sistema educativo mecanicista que ignora expresamente que el aprendizaje es movimiento y atornilla a los niños a la silla, y una vida después del cole que transcurre en gran parte en el iluso mundo de la vida virtual, o de las actividades programadas, la cuestión es que una grandísima mayoría de niños, jugar, lo que se dice jugar, juega muy poco.
Si a ello le añadimos el hecho de que las pantallitas y dispositivos reducen espectacularmente la capacidades de atención y ejecutivas de los niños, ya tenemos el cóctel perfecto para los problemas de aprendizaje.  Aunque bajo mi punto de vista eso no es lo peor, lo peor es la gama de experiencias vitales que se pierden los niños, esas que hacen de la infancia el momento mágico y valioso que es, y que tanta trascendencia tiene sobre el tipo de adultos que conseguirán ser.
1231692_516198235121189_628418243_nDe verdad, apaguemos la tele, guardemos los móviles, vayamos al parque, dejemosles construir cabañas en el salón, vayamos de excursión al campo, comamos juntos sin tele, …  Hagamos algo porque estas generaciones de niños no se conviertan en adultos desconectados de sí mismos, de los demás, de la naturaleza. Démosles la oportunidad de ser niños cuando es el momento de serlo. De adultos inmaduros ya está el mundo demasiado lleno.
Isabel Fernandez del Castillo

lunes, 2 de marzo de 2015

La Gallina, de Tamara Chubarovsky